Los monstruos que en ocasiones pueblan nuestros sueños convirtiéndolos en pesadillas quieren transmitirnos un mensaje evidente: nos estamos comportando de un modo irracional, probablemente despótico y malhumorado, con lo que nos rodean.
Nuestros frecuentes cambios de actitud, nuestra tendencia a los despropósitos, aunque no contengan mala intención, nos van apartando paulatinamente del aprecio y la estima de las personas más equilibradas y sensatas.
Hay agresividad latente en nosotros que, de no ser controlada, puede acabar desembocando en violencia,
Puede ser también que tengamos conflictos familiares por nuestra intolerancia para aceptar las criticas. En cualquier caso, los monstruos son una muestra de nuestro descontento hacia nosotros mismos.
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